Manuel Santelices tras fin de Cosas: “Fue una triste coincidencia la desaparición de casi todas las revistas en Chile”

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Benjamin
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En entrevista con CNN Íntimo, el periodista e ilustrador se refirió a su paso por Revista Cosas durante la dictadura cívico-militar hasta su cierre en 2018. En diálogo con Matilde Burgos, Santelices sinceró que jamás fue censurado pese a los momentos más oscuros del país. “Era el poder del periodismo independiente, (Mónica Comandari) sabía quién era y sabía lo que era su revista. Entonces nadie le venía con cuentos, era una cosa impresionante”, recordó.

Lleva 31 años viviendo en Nueva York, y más de la mitad de su vida dedicada al periodismo. Estudió en la Universidad de Chile con el único objetivo de dedicarse a lo que era su pasión desde niño: las revistas. Por eso, a la hora de hacer la práctica no dudó en aceptar la oferta de su profesora Elizabeth Subercaseaux y llegó a Revista Cosas.

Por más de tres décadas, Manuel Santelices, se dedicó a las entrevistas. Primero mezclando personajes políticos como Jaime Guzmán con figuras de la cultura y el espectáculo como Cecilia Bolocco, cuyo primer matrimonio le dio a Manuel la satisfacción de lograr el número más vendido en la historia de Cosas. Pero tal como le fascinaban las revistas, le atraía Nueva York, admiraba a Truman Capote, la estética pop de Andy Warhol, Woody Allen, los musicales y la vida cultural que contrastaba con el Santiago de ese entonces.

Y como las revistas eran su pasión, Nueva York fue la puerta de entrada a publicaciones como Esquire, Ocean Drive, Harper’s Bazaar o Vogue. Pero desde el 2017 comenzó a dar rienda a lo que hasta entonces había sido un hobby, dibujar.

—Manuel, has hecho una vida en el Periodismo, pero ahora estás haciendo una nueva vida profesional, cosa que no todo el mundo, entre comillas, tiene el lujo de estar partiendo en la mitad de la vida y con éxito. ¿Qué energía te da precisamente eso?
—Es una energía increíble porque en el fondo yo me siento superafortunado de estar haciendo una segunda carrera en algo que amo, que me encanta hacer y que disfruto enormemente. Trabajo en mi casa, estoy con mis gatos todo el día pintando, dibujando y es algo que me encanta, poder vivir de eso es increíble y aparte eso hay una especie de energía, que en el fondo siento como un segundo viento que te lleva hacia adelante. Es muy distinto empezar una carrera a mediados de los ‘50.

“Me ha llenado de satisfacciones y que aparte de eso uno lo enfrente de una forma muy distinta. Cuando tienes 30 o 40 años, estás preocupado de cuáles son tus goles, crearte un nombre y ese tipo de cosas. En esta etapa, la verdad para mí todo es un regalo, estoy abierto a todas las oportunidades. La gente me dice si quiero hacer un retrato de un perro, yo feliz”, agregó.

—En Revista Cosas partiste haciendo la práctica en un lugar que para ti era soñado para trabajar.
—Era el único lugar donde yo realmente quería trabajar. Porque en esa época, no sé si te acuerdas, pero decía Revista Cosas y abajo decía chiquitito “una revista internacional“. Y eso era absolutamente cierto, era el único medio en ese momento en Chile que enviaba corresponsables afuera a cubrir cosas, que tenía una visión internacional del mundo.

—¿Y qué buscaba Revista Cosas? Porque en ese momento de dictadura eran pocos los lugares donde uno encontraba entrevistas políticas…
—Ese factor fue súper importante porque en el fondo había revistas políticas, muy de nicho, y revistas alternativas, y algunas incluso clandestinas. Cuando yo llegué a la revista el ‘83 empezaron las protestas y el empuje por el regreso a la democracia. Fue un momento súper interesante para trabajar en periodismo. La Mónica tenía sus ideas, tenía un equipo súper pluralista y esa fue siempre su intención. Ella apoyó, sin importar de donde vinieran sus periodistas ni cuál fuera su posición política, los apoyó siempre porque ella siempre entendió que la revista no era su propia visión. Si no que tenía que tener la visión de todos. Ella era la dueña de la revista y no dejaba que nadie, ni del Gobierno ni de la oposición, de ninguna parte, le viniera a decir qué es lo que tenía que publicar o no publicar.

—Y tenía un equipo periodístico de lujo…
—La primera vez que yo fui a una reunión de pauta, estaba la Mónica, que sigue siendo un personaje importantísimo en el periodismo nacional, pero estaba también Raquel Correa, Elizabeth Subercaseaux, Malú Sierra y André Jouffé. Yo venía saliendo de la Universidad y encontrarte con estos personajes, fue una escuela increíble, de la que me siento muy afortunado de haber sido parte.

—También partiste haciendo entrevistas políticas, de hecho más tarde, el día que mataron a Jaime Guzmán, tú habías concertado una entrevista…
—Tenía una entrevista con él. Yo venía llegando de Estados Unidos de unos días de vacaciones y vuelvo, tuvimos reunión de pauta y me dicen ‘tienes que entrevistar a Jaime Guzmán’. Era como la sexta vez que lo entrevistaba y la verdad era un personaje súper complicado de entrevistar porque era tan quisquilloso respecto al uso de cada palabra. Entonces era una lata. Me llama un amigo en la tarde y me cuenta lo que había pasado y fue terrible.

“Una de las entrevistas que más recuerdo fue con Ambrosio Rodríguez, quien era la cara legal del Gobierno de Pinochet. La maravilla era que como la revista era independiente y como tenía cierta libertad porque Mónica tenía una buena relación con el Gobierno, tú podías preguntar lo que se te ocurriera. Me acuerdo de una discusión fuerte con Ambrosio Rodríguez sobre la diferencia entre justicia y legalidad”, recordó.

—En esa época también podían preguntar de desaparecidos, de tortura y sorprender un poco al entrevistado…
—Sí, curiosamente era un momento en que había cierta apertura. Todavía tenías que enviar las entrevistas al Ministerio de Comunicaciones, y todas esas cosas, pero tú podías preguntar realmente lo que fuera, porque en cierto modo, cuando tú decías que venías de la Revista Cosas, como que la gente no se esperaba que tú fueras a preguntar sobre los desaparecidos, exiliados políticos, y cosas de este tipo…

—Y después no te las sacaban….
—No, curiosamente no recuerdo que me hayan censurado una entrevista. En alguna ocasión, Mónica estaba hablando con el secretario general de Gobierno, y le dijo ‘esta es mi revista, yo soy Mónica Comandari y aquí nadie me da órdenes’ y le colgó el teléfono. Era el poder del periodismo independiente, ella sabía quién era y sabía lo que era su revista. Entonces nadie le venía con cuentos, era una cosa impresionante.

—Manuel, has hecho una vida en el Periodismo, pero ahora estás haciendo una nueva vida profesional, cosa que no todo el mundo, entre comillas, tiene el lujo de estar partiendo en la mitad de la vida y con éxito. ¿Qué energía te da precisamente eso?
—Es una energía increíble porque en el fondo yo me siento superafortunado de estar haciendo una segunda carrera en algo que amo, que me encanta hacer y que disfruto enormemente. Trabajo en mi casa, estoy con mis gatos todo el día pintando, dibujando y es algo que me encanta, poder vivir de eso es increíble y aparte eso hay una especie de energía, que en el fondo siento como un segundo viento que te lleva hacia adelante. Es muy distinto empezar una carrera a mediados de los ‘50.

“Me ha llenado de satisfacciones y que aparte de eso uno lo enfrente de una forma muy distinta. Cuando tienes 30 o 40 años, estás preocupado de cuáles son tus goles, crearte un nombre y ese tipo de cosas. En esta etapa, la verdad para mí todo es un regalo, estoy abierto a todas las oportunidades. La gente me dice si quiero hacer un retrato de un perro, yo feliz”, agregó.

—En Revista Cosas partiste haciendo la práctica en un lugar que para ti era soñado para trabajar.
—Era el único lugar donde yo realmente quería trabajar. Porque en esa época, no sé si te acuerdas, pero decía Revista Cosas y abajo decía chiquitito “una revista internacional“. Y eso era absolutamente cierto, era el único medio en ese momento en Chile que enviaba corresponsables afuera a cubrir cosas, que tenía una visión internacional del mundo.

—¿Y qué buscaba Revista Cosas? Porque en ese momento de dictadura eran pocos los lugares donde uno encontraba entrevistas políticas…
—Ese factor fue súper importante porque en el fondo había revistas políticas, muy de nicho, y revistas alternativas, y algunas incluso clandestinas. Cuando yo llegué a la revista el ‘83 empezaron las protestas y el empuje por el regreso a la democracia. Fue un momento súper interesante para trabajar en periodismo. La Mónica tenía sus ideas, tenía un equipo súper pluralista y esa fue siempre su intención. Ella apoyó, sin importar de donde vinieran sus periodistas ni cuál fuera su posición política, los apoyó siempre porque ella siempre entendió que la revista no era su propia visión. Si no que tenía que tener la visión de todos. Ella era la dueña de la revista y no dejaba que nadie, ni del Gobierno ni de la oposición, de ninguna parte, le viniera a decir qué es lo que tenía que publicar o no publicar.

—Y tenía un equipo periodístico de lujo…
—La primera vez que yo fui a una reunión de pauta, estaba la Mónica, que sigue siendo un personaje importantísimo en el periodismo nacional, pero estaba también Raquel Correa, Elizabeth Subercaseaux, Malú Sierra y André Jouffé. Yo venía saliendo de la Universidad y encontrarte con estos personajes, fue una escuela increíble, de la que me siento muy afortunado de haber sido parte.

—También partiste haciendo entrevistas políticas, de hecho más tarde, el día que mataron a Jaime Guzmán, tú habías concertado una entrevista…
—Tenía una entrevista con él. Yo venía llegando de Estados Unidos de unos días de vacaciones y vuelvo, tuvimos reunión de pauta y me dicen ‘tienes que entrevistar a Jaime Guzmán’. Era como la sexta vez que lo entrevistaba y la verdad era un personaje súper complicado de entrevistar porque era tan quisquilloso respecto al uso de cada palabra. Entonces era una lata. Me llama un amigo en la tarde y me cuenta lo que había pasado y fue terrible.

“Una de las entrevistas que más recuerdo fue con Ambrosio Rodríguez, quien era la cara legal del Gobierno de Pinochet. La maravilla era que como la revista era independiente y como tenía cierta libertad porque Mónica tenía una buena relación con el Gobierno, tú podías preguntar lo que se te ocurriera. Me acuerdo de una discusión fuerte con Ambrosio Rodríguez sobre la diferencia entre justicia y legalidad”, recordó.

—En esa época también podían preguntar de desaparecidos, de tortura y sorprender un poco al entrevistado…
—Sí, curiosamente era un momento en que había cierta apertura. Todavía tenías que enviar las entrevistas al Ministerio de Comunicaciones, y todas esas cosas, pero tú podías preguntar realmente lo que fuera, porque en cierto modo, cuando tú decías que venías de la Revista Cosas, como que la gente no se esperaba que tú fueras a preguntar sobre los desaparecidos, exiliados políticos, y cosas de este tipo…

—Y después no te las sacaban….
—No, curiosamente no recuerdo que me hayan censurado una entrevista. En alguna ocasión, Mónica estaba hablando con el secretario general de Gobierno, y le dijo ‘esta es mi revista, yo soy Mónica Comandari y aquí nadie me da órdenes’ y le colgó el teléfono. Era el poder del periodismo independiente, ella sabía quién era y sabía lo que era su revista. Entonces nadie le venía con cuentos, era una cosa impresionante.

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