Paulo y Virginia en el Casino de Viña del Mar

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En salida sin destino buscando el disfrute en el caminar y un cajero, di con nuestro Casino Municipal y me encuentro con esta magnífica obra escultórica en mármol de carrara me parece, que arrinconada por la tecnología ilumina un rincón de nuestra sala de juego. Es el último vestigio de mi mundo. Seguramente un funcionario nostálgico se las arregló para encontrarle un sitio. ¿Es nuestra? Me pregunto. Parece que sí, hace cuarenta años en reunión de Inversores S.A. un curioso club de inversionistas creado en torno a la Bolsa de Valores de Valparaíso, recuerdo haberla visto. ¿Será una copia de Paulo y Virginia, los jóvenes que se conocen desde niños y se enamoran? Pero la historia de la célebre novela termina mal porque…bueno tal vez no, todas las historias terminan cuando viene el gran separador.

Esta obra es diferente a otras que he visto, aquí en Paulo se refleja la tensión de sostener a Virginia mientras ella descansa y acercando la cabeza a su joven pareja para el mejor equilibrio, mira en la misma dirección de Paulo, imaginamos buscando ambos el mejor vado. Así digo que esta obra es muy original y sin duda tiene una maravillosa plasticidad y movimiento. ¿La verá el lolerío? Contrasta vivamente con el lugar en que se encuentra.

El casino es un viaje al futuro. Es una anticipación de la vida de nuestros nietos. La mujer, el hombre, sólo frente la máquina. Cientos de máquinas, cientos de personas, una máquina de juego para cada persona. La máquina y tú. En la ruleta, el crupier es un computador que habla con sonido gutural. Sus expresiones son siempre las mismas, no hay inflexión de voz. En las cartas la linda chica que las reparte está en una pantalla. Siempre repite las mismas palabras como en esas llamadas automáticas. En el craps nadie tira los dados. No rebotan contra la marquesina. Aprietas un botón y flotan en aire por unos segundos para caer luego. Entonces ves el resultado. No los puedes tocar. Solo tú y la máquina.

Si, todavía se conserva una ruleta con crupier de verdad para los nostálgicos. Atención antiguos, ir antes que se acabe. Si eres del club te rellenan el vaso con tu trago favorito cuantas veces quieras.

Y no te pierdas la oportunidad de ver a Paulo y Virginia, quienquiera que la haya esculpido quiere decirte algo. Descúbrelo, es una obra magnífica.

Héctor Castelletto Tassara

Yasmin Delgado

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