Es inevitable que el cambio de hora afecte, más aún a las poblaciones de riesgo, que son los adultos mayores, niños y pacientes con patologías de sueño. Vamos a andar más cansados, fatigados, menos concentrados y con alteraciones de humor.
Existe evidencia epidemiológica que demuestra que hay más riesgo cardiovascular, más accidentes y más tasas de suicidios, posterior al cambio de hora. Por eso, tomar algunas recomendaciones básicas son fundamentales para poder hacer este cambio de manera más llevadera.
En primer lugar, en la semana previa, comenzar a dormirse antes y levantarse más temprano. Partir de 15 minutos diarios adelantando el sueño y tener en cuenta de que se perderá una hora de sueño. En estos días, más que nunca tener una buena higiene del sueño: evitar tomar té, café ni estimulantes durante la tarde, no dormir siesta, preferir hacer ejercicio durante la mañana y no usar pantallas hasta tarde.
Dra. Catalina Torres, neuróloga del Centro del Sueño de Clínica Santa María.